En Ecuador, miles de hogares conservan medicamentos vencidos o no utilizados, lo que representa un riesgo para la salud y el ambiente. El desecho inadecuado de los fármacos, como en la basura o por el inodoro, causa que los químicos de estos productos lleguen a fuentes de agua y suelos. Según la OMS, hasta el 90 % de los desechos farmacéuticos en países en desarrollo terminan en vertederos o cuerpos de agua, lo que afecta la calidad del agua potable y contribuye al aumento de bacterias resistentes a los antibióticos.
En Latinoamérica, la CEPAL advirtió sobre la falta de sistemas formales para tratar estos desechos. En Ecuador, aunque la normativa ambiental exige un manejo diferenciado para medicamentos vencidos en el sistema de salud, aún persiste un hábito ciudadano problemático: según el INEC, en 2024, el 85,8 % de los hogares ecuatorianos desechó medicamentos con la basura común y esto puede deberse a la falta de conocimiento sobre el buen manejo de los fármacos caducados.

Para enfrentar esta problemática, desde octubre de 2025, se implementará Recofarma, el primer sistema colectivo de gestión integral de medicamentos caducados. La iniciativa, liderada por CEREP y Proyección Futura, reúne a cerca de 40 laboratorios, distribuidores y farmacias para busca ofrecer una alternativa segura y ambientalmente responsable al descarte de estos productos.
Pablo Macías, gerente del programa, mencionó: “Recofarma es una herramienta educativa y ambiental para que todos entendamos que nuestras decisiones cotidianas impactan al planeta”, es decir, hizo referencia al objetivo educomunicacional del proyecto. Sin embargo, su éxito dependerá de la participación ciudadana, además del compromiso de terminar tratamientos médicos, evitar la automedicación y no botar medicamentos a la basura como pasos esenciales para proteger la salud pública y los recursos naturales.
La gestión adecuada de los medicamentos caducados es un reflejo de la responsabilidad colectiva con la vida y el entorno. Mejorar los hábitos requiere un compromiso consciente con el bienestar común. Adoptar prácticas responsables en casa, como llevar los medicamentos vencidos a puntos de recolección seguros, es un pequeño acto que, multiplicado por miles, puede marcar la diferencia para la salud del planeta y de quienes lo habitamos.