El Teatro Variedades fue testigo del estreno de Pérfida, juguete escénico voodoo, una comedia mordaz que combinó teatro gestual y cabaret latinoamericano para desmontar, con ironía y seducción, las estructuras del patriarcado. La función, que coincidió con un eclipse, envolvió al público en un espectáculo provocador y conmovedor, donde la risa y la reflexión se entrelazaron.
Lo que comenzó hace años como una breve pieza para bares evolucionó a una obra completa gracias al entusiasmo del público y el trabajo de un equipo artístico talentoso. La puesta en escena fue dirigida por Silvia Brito y contó con la cocreación de Paloma Pierini. Alejandra Ponce Vargas, en un monólogo audaz y desafiante, cautivó con su interpretación, desplegando un desfile monstruoso y sexy que atrapó la atención de los asistentes de principio a fin.
El público vivió una propuesta que jugó con los límites entre el horror y la seducción, dejando una marca indeleble en quienes asistieron. La energía de la noche, amplificada por el eclipse, alimentó la esencia mística de la obra, convirtiéndola en una experiencia inolvidable.
Alejandra Ponce Vargas evocó la magia del teatro y el delirio compartido con su equipo: “gracias a quienes creen en este delirio, a quienes lo auspician, a quienes alimentan el fuego para que Pérfida camine, ría y, tal vez, mueva los objetos en el camerino cuando nadie mira.”
El estreno de Pérfida no solo confirmó su poder escénico, sino que también dejó una promesa latente: la de seguir encantando y desafiando a nuevas audiencias en próximas presentaciones.